viernes, 10 de enero de 2014

Privilegio y honor

En una de las dos sillas que hay al otro lado de mi mesa una mujer lloraba por su hijo muerto en un accidente de tractor a los veintidós años de edad; en esa misma silla, un rato después, otra mujer daba de mamar discretamente a su bebé de cinco días mientras yo le tramitaba la prestación de maternidad. No hay mañana en la que no sienta el privilegio y el honor.

6 comentarios:

Angela dijo...

La mismísima vida.

Jesús Miramón dijo...

Así es: la mismísima muerte y la mismísima vida.

NáN dijo...

Qué bien dices las cosas: contemplar la vida misma es una carga dura que nos da un espíritu leve.

Anónimo dijo...

Admiro el respeto que tienes por tu trabajo, la sensibilidad que demuestras para con tus "clientes".
Un saludo. Nati

Elvira dijo...

Firmo el comentario de Nati. Beso

Jesús Miramón dijo...

Tan leve, Nán.

Nati, Elvira, un beso.